Para reconstruir, después de una crisis, hay que comenzar de nuevo y dejar atrás el pasado que ha destruido las relaciones. De ahí la importancia de perdonarse mutuamente y completamente, tanto a sí mismo como a la otra persona. Para restablecer la relación, hay que consentir a perdonarse el uno al otro ante el Señor que actuará con el poder de Su Gracia. El perdón no es humano, ¡es divino!
Aquí pongo esta oración que hace maravillas cuando está acompañada del Sacramento de la Reconciliación:
« En Tu Nombre, Señor JESÚS, por el poder de tu Espíritu Santo, le perdono a […] todo el mal que me ha hecho, de manera consciente o inconsciente. »
La liberación:
« En Tu Nombre, Señor JESÚS, por el poder de tu Espíritu Santo, lo (la) libero de toda deuda conmigo, sin ninguna condición y para siempre. »
La bendición a la otra persona:
« Te ruego, Señor JESÚS, que lo (la) colmes con Tu Amor y Tus Bendiciones. »
El perdón a sí mismo:
«En Tu Nombre, Señor JESÚS, por el poder de tu Espíritu Santo, me perdono a mí mismo todos los pecados que Tú ya me perdonaste, y me acepto tal y como soy, con todas mis debilidades, todos mis límites, todos mis defectos, todas mis cualidades, y me amo tal y como soy, porque Tú, Señor, el primero, así es como siempre me amaste y siempre me amarás.»
La auto-liberación:
«En Tu Nombre, Señor JESÚS, por el poder de tu Espíritu Santo, me libero de todo miedo, todo temor, toda angustia y de toda ansiedad. Me libero de todo odio, orgullo, agresividad, rencor, deseo de venganza. Me libero de todo sentimiento de culpa, de todo sentimiento de inseguridad, de todo sentimiento de inferioridad, etc. »
La bendición:
« Y te ruego, Señor Jesús que me bendigas y que me colmes de Tu Amor. »
* Referencia: Libro « Para la dicha de la pareja y de la familia », sección 3.5