Santísima Trinidad, ¡alabada y glorificada seas!
Padre Eterno, acojo Tu amor,
pues por él deseo dejarme conducir y dominar.
Señor, acepto mis sufrimientos,
mi debilidad y mi pobreza,
mis preocupaciones, mi pequeñez
mis límites y mi impotencia.
Esta ofrenda la deposito en ese océano de amor infinito
que es Tu Sagrado Corazón,
para dejar que me transformes
y me purifiques en lo más profundo de mi ser.
Con toda humildad,
te doy mi consentimiento para que actúes en mí
y así sirva como un instrumento de amor entre Tus manos.
Mantenme dócil a Tu divina voluntad,
en la confianza, la paciencia, la dulzura y la bondad.
Corta todas las ataduras que me impidan
pertenecerte completamente,
y permanecer en la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Señor, te digo sí, de manera incondicional e irrevocable
a todo lo que ocurrirá en este día,
sabiendo que tú siempre estás aquí, a mi lado y en mí,
en compañía de Tu Santa Madre,
arropándome con vuestro amor infinitamente tierno.
¡Con alegría te digo sí!,
afín de que Tú puedas abrir una multitud de corazones
a Tu amor y a la conversión,
y así cambiar la faz de la humanidad
construyendo una nueva Iglesia y un nuevo mundo.
Asocio mis oraciones a las Tuyas,
a las de mamá María, a las de San José,
a las de todos los santos y las de todos los ángeles
para la salvación del mundo.
Sin ti no soy nada, ¡oh dulce Jesús!
Por ello me lanzo a tus brazos
y me acurruco contra Tu Corazón!
¡Cómo te amo! Te agradezco que me ames tanto, tal y como soy.
¡Porque el Amor me ama, me vuelvo Amor!