Oh Espíritu Santo, alma de mi alma, os adoro. Iluminadme, guiadme, fortalecedme, consoladme.
Decidme que debo hacer; dadme vuestras órdenes: os prometo someterme a todo lo que deseéis de mí y aceptar todo lo que permitáis que me suceda.
Hacedme tan sólo conocer vuestra voluntad. Así sea.